VENEZUELA,
UN BARCO A LA DERIVA (cuento
novelado)
Habíamos salido en un crucero, llamado Venezuela, de poco
calado y a bordo del cual visitaríamos algunas islas del Caribe. Ya habíamos
visitado Curazao y nos dirigíamos a San Juan de Puerto Rico cuando nos
enteramos que el capitán del buque tuvo que ser evacuado, de urgencia, en un
helicóptero y trasladado a tierra firme para ser intervenido ya que su estado
lo ameritaba.
Ei nuevo capitán debía embarcarse en San Juan y mientras
tanto el barco quedó bajo el mando de unos ineptos, ya verán por qué lo digo,
estas personas (2) eran unos energúmenos, mal encarados y quienes pensaban que
las órdenes se impartían a gritos y que los civiles éramos sus subordinados.
A la hora del almuerzo un viejo almirante, quien se
encontraba en el crucero de paseo, se acercó a la mesa de los susodichos y
levantando la voz, adredemente, para que lo oyesen todos los presentes en el
comedor ´´señores he revisado el derrotero que piensan seguir, según las cartas
de navegación que han colocado en el lobby y eso nos conduce, directamente, al
temido ´´Paso de la Mona´´ y al cual hasta los más expertos navegantes
tratarían de evitar. En el paso además
de fuertes corrientes había bajos que cambiaban de sitio debido a las fuertes
corrientes y arrecifes que no había sido determinada su exacta ubicación y por
si fuese poco se pensaba realizar la maniobra esa noche a las 8 p. m.´´. Oído
esto los navegantes se pararon de su mesa y salieron del comedor, lo que nos
hizo pensar que revisarían sus cálculos y harían las correcciones necesarias. A
las 5 y 40 p.m. no había sido oficializado cambio alguno en el derrotero a
seguir y a las 7 y 55 p.m. entrábamos al temido paso.
Por su parte los navegantes, después del incidente del
comedor, se retiraron muy molestos y refunfuñando entre dientes que alguien les
hubiese advertido de su error; no se dejaron ver en toda la tarde. La soberbia,
la prepotencia unidas a la ineptitud y falta de experiencia los llevaron a tomar
las peores decisiones de sus vidas, donde estaban involucradas la vida de tanta
gente inocente, habían tomado la decisión de no recoger al capitán que nos
esperaba en San Juan y continuar el viaje a las Islas Vírgenes y de acometer el
´´Paso de la Mona´´. Ninguna de estas decisiones nos fue comunicada, para hacer
el relato corto: comimos muy frugalmente y todos salimos a las cubiertas pero
no se podía ver nada por causa de la oscuridad reinante; estábamos reclinados
sobre la barandilla de cubierta cuando fuimos zarandeados violentamente por un
grupo de 3 olas, bastante grandes, que chocaron con el barco por el lado de
babor y que a muchos nos hicieron rodar por cubierta. El ruido de los motores
era infernal ya que los mantenían a máxima potencia para que pudiera avanzar
contra aquellas traicioneras corrientes. Apenas nos estábamos incorporando de
los choques con las olas (no faltaba nadie y todos estábamos bien) cuando de pronto
llegaron varios marineros portando muchos chalecos salvavides y cuerdas; nos
hicieron poner aquellos y nos fueron atando, fuertemente y uno a uno al
pasamanos de cubierta y mientras realizaban esta operación nos explicaron que
de caer alguien por la borda quedaría abandonado a su suerte ya que era imposible
hacer girar el barco para recogernos. Esta era la causa por la cual nos
amarraban pero no había que preocuparse, en caso de una tragedia mayor, se le
daba un leve tirón a una de las cuerdas que nos sujetaban y uno quedaba
totalmente (es de advertir que esta iniciativa fue idea de los marineros y en nada
tuvieron que ver los navegantes) una vez sujetos se presentaron 3 marineros
portando unas humeantes jarras de café.
Mientras bebíamos café, la mirada experta de los marineros
nos hizo notar unas manchas blancas en la superficie del mar y que por
momentos, estas, se hacían más grandes produciendo un ruido estremecedor. Estas
manchas no eran otra cosa que los temibles escollos y arrecifes que afloraban
de las profundidades del mar. Así pasamos la noche entre bandazo y bandazo, agarrados
unos a otros, empapados con el agua que nos salpicaba y nos hacía castañetear
los dientes del frío, en medio de tanta angustia elevábamos nuestras plegarias
al Dios todopoderoso y estas fueron escuchadas porque al clarear el alba nos
encontrábamos, agotados y empapados pero navegando por aguas más tranquilas y
ya fuera de peligro.
Pusimos en una pila los salvavidas y las cuerdas y los
marineros trajeron unas enormes bandejas con unos ricos sándwiches y varias
jarras de chocolate caliente; reconfortados por el alimento, nos retiramos a
nuestros camarotes a reponer fuerzas. Ya nos veríamos a la hora del almuerzo.
A las 12 y 30 p. m. nos congregamos todos, como habíamos
previsto, en el comedor principal; allí se encontraban los navegantes quienes
habían dispuesto una pequeña tarima para dirigirse a los presentes. Una vez que
estuvimos todos reunidos los navegantes nos participaron su decisión de no
pasar por San Juan y por ende no recogeríamos al nuevo capitán. Nuestro próximo
destino será la isla Tórtola en las Islas Vírgenes nuestro ya conocido
almirante les hizo saber a todos que de seguir el nuevo derrotero en dos días
estaríamos entrando al Triángulo de las Bermudas…… no lo dejaron terminar
envalentonados por haber superado el Paso de la Mona fue vejado, ridiculizado e
incluso insultado. El viejo marino que sólo quería ayudar con su experiencia,
se retiró a su mesa pensando para sus adentros ´´que soberbios e ineptos´´.
Luego de almorzar la mayoría fue a las cubiertas a disfrutar
de la brisa marina y de la vista de la inmensidad del mar, en eso estábamos
cuando comenzaron a sonar los black berry trayendo los más variados mensajes,
twitter y correos electrónicos, incluso de la naviera. Todos apoyaban al
almirante y manifestaban su deseo porque fuese el quien dirigiese el barco,
otros manifestaban su angustia por lo que pudiese ocurrirnos, unos daban a
conocer su opinión de que debíamos mantenernos unidos, muchos hablaban de la
prepotencia e ineptitud de los navegantes, había quienes ponían en duda que
semejantes monstruos tuviesen familia y los que más se preguntaban ¿Qué
debíamos hacer?
Con estos dilemas y angustias dejaremos a este grupo de
venezolanos; ¿resolverán sus problemas? O se contentarán con quejarse por todos
los medios de comunicación virtual mientras se avanzaba hacia un desenlace
fatal.
Corolario:
Que
semejanza con mi amada patria, Venezuela. Dale Señor y María Auxiladora el
valor necesario para cambiar lo virtual por real y que el beato Juan Pablo II y
el cardenal Rosalio Castillo Lara intercedan ante Dios para que aleje de
nosotros el miedo y permita reconciliarnos con nuestros hermanos para alcanzar
una patria próspera y pujante.
ROSALIO
JULIO CASTILLO BRANDT,
13 de marzo
de 2013
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